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El plan de inversión es el documento en el que una persona detalla cómo va a asignar sus recursos financieros para alcanzar sus objetivos a través de una determinada estrategia de inversión. Se trata de una planificación que ayuda a acertar con las inversiones más adecuadas a cada uno, y en este artículo te contamos qué es lo que hay que tener en cuenta para elaborarlo.

Cómo hacer un plan de inversión financiera

Elaborar un plan de inversión financiera requiere que el inversor realice una reflexión previa sobre su situación financiera, su perfil, sus objetivos y el plazo en que quiere conseguirlos. De esta reflexión saldrá una u otra estrategia inversora, una selección de inversiones a llevar a cabo y un seguimiento para comprobar periódicamente si se están alcanzando las metas previstas.

Analiza tu situación personal

Antes de nada, es importante conocer con precisión cuál es tu situación financiera actual, pues será el punto de partida que determinará qué cantidad de dinero estás en disposición de invertir. Repasa lo que tienes (tus activos financieros, como ahorros en el banco, propiedades, otras inversiones, etc.), lo que debes (tu pasivo, como préstamos, hipoteca, etc.) y tus fuentes de ingresos.

Establece tu perfil inversor o de riesgo

El perfil inversor tiene que ver con la mayor o menor tolerancia al riesgo, y es algo diferente para cada persona. Influyen factores como los conocimientos, la situación económica, la edad o incluso un componente subjetivo (¿hasta qué punto eres capaz de aceptar que puedes perder tu dinero con una inversión?).

Determina tus objetivos financieros

Define el destino que quieres alcanzar con tu inversión. Puede ser ahorrar dinero para poder comprarte una casa, para pagar los estudios universitarios de tus hijos o ahorrar para completar la pensión de jubilación; lo importante es tener claro las metas.

Fija el horizonte temporal

Es el tiempo en que vas a mantener invertido tu dinero, un plazo que será diferente según los objetivos establecidos (corto, medio o largo plazo) y que encauzará tus inversiones hacia un tipo de activo u otro.

Investiga los tipos de inversiones

Existen muchos activos en los que se puede invertir: acciones, bonos, fondos, divisas, materias primas, bienes raíces, productos derivados, etc. No todos están recomendados para todos los perfiles de inversor, pero un consejo que siempre es acertado es que diversificar es clave para reducir los riesgos asociados a la inversión.

Elabora tu plan de inversión personalizado

Procesada toda la información anterior, en este punto el inversor debe ser capaz de decidirse por los activos más adecuados para su perfil y asignar un porcentaje en su cartera a cada uno de ellos (por poner un ejemplo, un 50% en renta fija y otro tanto en renta variable para un inversor de perfil moderado).

En este punto, el plan debe concretar qué inversiones concretas se van a ejecutar para cada clase de activos. Así, se seleccionarán, por ejemplo, acciones de empresas concretas, los bonos de determinado país, o los fondos de inversión más adecuados entre las opciones disponibles.

Seguimiento y revisión del plan

Una vez hecho el plan de inversión y puesto en marcha, es imprescindible hacer seguimiento de las inversiones. El plan debe contemplar también posibles ajustes en la cartera de activos para mantener los porcentajes de asignación deseados, pues pueden haberse producido cambios fruto de los vaivenes del mercado. Hay que tener en consideración, además, que la situación personal y financiera del inversor puede cambiar a lo largo de los años, y por tanto, obligue a modificar sus objetivos, lo que haga necesario realizar una revisión del plan inicial.

¿Por qué es importante tener un plan de inversión?

El propósito de un plan de inversión es permitir fijar con antelación las pautas que van a guiar el proceso inversor, de modo que sea más fácil alcanzar el cumplimiento de los objetivos financieros que se hayan establecido y no desviarse de ellos tomando decisiones impulsivas en un momento dado.

El plan de inversión es, por tanto, una herramienta esencial para tomar decisiones financieras informadas y mantener una estrategia de inversión a largo plazo que sea coherente con los objetivos propios.

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