Plagas en cultivos agrícolas, ¿cuáles son las más comunes y cómo evitarlas?
PYMES Y NEGOCIOS I 1 de junio de 2023
En el ámbito agrícola es importante saber identificar y controlar las plagas y enfermedades que pueden causar daño a los cultivos para, de este modo, evitar pérdidas. En los últimos años han surgido nuevas plagas que amenazan la supervivencia de los cultivos y que resultan cada vez más resistentes a los químicos y tratamientos que se emplean para su eliminación.
Sigue leyendo para descubrir cuáles son las plagas más comunes y qué puedes hacer para proteger tu plantación.
Según la Convención Internacional de Protección Fitosanitaria (CIFP), una plaga es “cualquier especie, raza o biotipo vegetal o animal o agente patógeno dañino para las plantas o productos vegetales”. El efecto que produce en los cultivos puede mermar no solo su calidad, sino también determinar su supervivencia.
Cuando hablamos de plagas podemos referirnos a especies o agentes muy diversos. En general, las plagas se suelen dividir entre:
Que unas plagas sean más habituales que otras siempre va a depender de la zona, el tipo de terreno al que nos refiramos y la clase de cultivo. Pero, de manera general, estas son algunas de las plagas más comunes:
También conocida como hierba gallinera. Es una mala hierba que aparece en las cosechas, por ejemplo, en el trigo. Su proceso de maduración dura en torno a unas 5 o 6 semanas, un factor que ayuda a su rápida extensión por el campo. Es fácil de quitar en superficie, pero es más complicado eliminarla por completo y es muy común observarla en territorio español.
Ambos pertenecen a la categoría de los moluscos. Atacan a las hortalizas y cereales, alimentándose de sus raíces, tallos y follaje. Son más activos por la noche o cuando hay niebla, y viven en ambientes donde el terreno tiene mucha humedad. Es importante pasar a la acción cuando se alerta de su presencia. Para identificarlos, podemos examinar las hojas y comprobar si se aprecian agujeros grandes e irregulares, o buscar rastros de mucosidad por el entorno.
Esta plaga aparece en las producciones de vid y afecta a todas sus variedades. Es un insecto parásito que vive en las raíces de la vid alimentándose de su savia. Llegó a Europa en el S. XIX en barcos que venían de Norteamérica y tuvo una expansión brutal en muchos territorios.
Durante el primer año no se presenta ningún indicio, sin embargo, en el segundo, las hojas nuevas adquieren un tono amarillento y la cepa crece con más lentitud. En el tercero las hojas se secan y los frutos no pueden madurar, y, en el cuarto año, la planta acaba muriendo. Es una amenaza, por tanto, que puede causar la desaparición del cultivo.
Es un insecto muy frecuente en la agricultura española. La hembra coloca sus huevos en la aceituna, permitiendo que las larvas se alimenten de la pulpa. Ocasiona la pérdida de muchos frutos, pues se secan y caen de forma prematura. Y de los que sobreviven se obtiene un aceite de peor calidad de lo esperado.
Algunos signos de su presencia son las punciones realizadas por las hembras para poner sus huevos, que tienen una forma triangular con el borde oscuro.
Es un virus perteneciente al grupo de los Tobamovirus. Afecta no solo a los tomates, como su nombre indica, sino también a otras especies como pimiento, berenjena… Se transmite mediante contacto, cuando una planta toca algún elemento contaminado por el virus (ropa, herramientas, otra planta…).
Su principal síntoma es el cambio de forma y color de los foliolos, donde se advierten variaciones de color con diferentes tonalidades de verde. Los frutos también pueden reducir su tamaño y mostrar manchas amarillentas irregulares o en forma de anillos. Los síntomas pueden variar dependiendo de factores como la temperatura, la cepa del virus, la luz, la edad de la planta en el momento en que se vio afectada, etc.
La identificación y detección de las plagas que pueden estar atacando los cultivos resulta vital e imprescindible para que las plantas maduren sin problemas. Los métodos de prevención van a ayudar a que los daños producidos por estos agentes sean mucho menores y que puedan ocasionar menos problemas al agricultor. Debemos identificar las plagas con la mayor precisión, porque, de no hacerlo, el tratamiento que apliquemos en los terrenos no podrá ser efectivo y perderemos gran cantidad de tiempo y dinero.
Hay que estar atento a los signos de degradación presentes que nos ayuden a realizar un reconocimiento lo más exacto posible. Recuerda, eso sí, que cada plaga o enfermedad que esté atacando el territorio tendrá unos síntomas diferentes.
Las plagas resultan cada vez más resistentes a los productos usados para tratarlas, por eso es tan importante invertir en su prevención y control. Los métodos que utilicemos siempre van a depender del tipo de plaga que esté atacando los cultivos. Una vez se hayan evaluado todos los síntomas presentes en las plantas y se haya identificado correctamente al agente culpable, se podrá proceder con un método de control efectivo.
A grandes rasgos, podemos diferenciar entre métodos indirectos o directos. En los indirectos se incluyen procedimientos como la obtención de plantas genéticamente resistentes a enfermedades y plagas, elección de sistemas de riego adecuados, labores de preparación del terreno, etc. En los directos, el método más popular es el tratamiento con sustancias químicas, pero también puede combatirse con otros organismos vivos o con la desinfección mediante vapor de agua.
Es importante conocer los cultivos que estamos produciendo y el terreno donde se está trabajando, porque así conoceremos las características y amenazas que pueden aparecer y atacar a las producciones agrícolas. Comprender las plagas que pueden tener lugar podrá ayudarnos a estar alerta en cuanto reparemos en algunos de sus síntomas y así actuar con rapidez, lo que evitará que terminen perjudicando la calidad del producto o incluso su total eliminación.
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