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La eficiencia puede definirse como la capacidad de utilizar la menor cantidad posible de un recurso para obtener el mejor resultado posible. Este es el motivo por el que, hoy en día, se ha vuelto tan popular.

En este sentido, la eficiencia de los sistemas de riego utilizados en agricultura es especialmente importante. No hay que olvidar que, debido al cambio climático y al incremento de los períodos de sequía, el agua es un recurso cada vez más escaso.

Pero, ¿cuáles son los sistemas de riego más eficientes que existen en la actualidad y cómo se puede saber cuál es el más adecuado? A estas cuestiones vamos a dar respuesta.

La importancia de los sistemas de riego para los cultivos

Un sistema de riego es un conjunto de estructuras que se encargan de proporcionar agua a las plantas cultivadas dentro de una parcela de terreno. En el caso de los sistemas de riego más eficientes, además, consiguen regar en la medida exacta en la que se necesita y en el momento más adecuado.

Si no existiesen los sistemas de riego, los cultivos dependerían en exclusiva del agua procedente de la lluvia, lo que haría casi imposible controlar la producción, especialmente, en una época de sequía como la que se está viviendo actualmente en muchos lugares de España.

Además, no hay que olvidar que el agua dulce es un recurso finito. Por tanto, los sistemas de riego han de velar por la optimización de su uso y por su máximo aprovechamiento.

Tipos de sistemas de riego

Evidentemente, la elección del sistema de riego va a depender del tipo de planta que se quiera cultivar. En estos momentos, las tres opciones más eficientes son las siguientes.

Riego subterráneo por goteo

El riego por goteo es una opción muy eficiente, ya que permite controlar con mucha exactitud la cantidad de agua que se proporciona al cultivo. Sin embargo, es posible optimizarlo todavía más si, en lugar de colocar las tuberías en la superficie, se introducen bajo la tierra.

La profundidad a la que se colocan dichas tuberías depende, fundamentalmente, del tipo de planta que se quiera cultivar y de las características de sus raíces, ya que el objetivo de este sistema es proporcionarles el agua directamente. Algo que se traduce en todos estos beneficios:

  • Ahorro de energía, fertilizantes y, sobre todo, de agua, puesto que el bulbo húmedo se acerca lo máximo posible a la raíz.
  • Incremento de la producción en términos de kilogramos de cosecha por cada metro cúbico de agua destinado a riego.
  • Reducción de las malas hierbas.
  • Facilitación del movimiento de la maquinaria y de la realización de tareas agrícolas, ya que las tuberías no suponen un obstáculo.
  • Menos riesgo de que surjan enfermedades bacterianas o fúngicas relacionadas con la humedad en los cultivos.

Riego localizado

El riego localizado implica la aplicación de agua en partes determinadas del suelo, empleando para ello caudales a muy baja presión. Es un sistema muy parecido al riego por goteo convencional, ya que las tuberías se colocan en la superficie. Esto es algo que reduce sus costes de instalación y que facilita su aplicación por parte de muchos agricultores.

Respecto a los sistemas de riego anteriores, el riego localizado puede suponer un ahorro de hasta el 60% de agua. Aunque en menor medida que el riego subterráneo, también reduce el riesgo de aparición de enfermedades e incrementa la producción.

Riego por exudación

Otro de los sistemas de riego que merece una mención especial por su alta eficiencia. Se caracteriza por emplear tubos fabricados con materiales textiles porosos, a través del cual sale el agua que llega al cultivo.

Sin duda, el riego por exudación destaca por su capacidad de adaptarse a todo tipo de huertos sin importar su tamaño, siempre que necesiten de riego continuo. En este tipo de casos, permite ahorrar enormes cantidades de agua y también ayuda a esponjar y a oxigenar el suelo.

¿Qué sistema de riego elegir?

La elección del sistema de riego va a depender de varios factores. Los más importantes son los siguientes:

  • Tipo de cultivo: es el factor más importante de todos, ya que marcará las necesidades de suministro de agua y la forma en la que debe aplicarse.
  • Tamaño de la plantación: cuanto más grande sea, mayores serán los costes. Además, habría que tener en cuenta si en ella solo hay un tipo de cultivo o varios.
  • Disponibilidad del agua: no es igual en todos los lugares. En aquellos más afectados por las sequías, siempre es recomendable apostar por los más eficientes.
  • Condiciones climáticas: en las áreas de más calor, la opción subterránea es la más interesante. ¿El motivo? Suelen tener mayores índices de evaporación de agua, lo que acaba incrementando los costes.

Además, es necesario tener en cuenta los costes de la instalación y el mantenimiento que requerirá el sistema de riego. Todo ello marcará el más adecuado para cada parcela de terreno dedicada al cultivo.

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