El futuro de la agricultura: retos agrícolas para el 2024
PYMES Y NEGOCIOS I 5 de diciembre de 2023
La agricultura ha sido fundamental para el desarrollo de la raza humana y la evolución de las civilizaciones. Pero en un planeta superpoblado, con el cambio climático amenazando nuestro bienestar y la digitalización, son varios los retos que desafían el futuro de la agricultura.
La actividad agrícola es determinante para nuestra supervivencia, pero actualmente está condicionada por numerosos factores que se presentan como los principales retos agrícolas para el 2024.
Estos retos, sin embargo, ofrecen oportunidades para la innovación y el avance tecnológico del sector primario.
Aunque, en general, los desafíos del sector agrícola son globales, España cuenta con unas características propias que definen su futuro, entre las que destaca la variedad de cultivos gracias a su variedad climática y de suelos. Los más habituales son los cereales (trigo, maíz o cebada), los olivos, los viñedos, las frutas (sobre todo cítricos) o las hortalizas (tomates, cebollas, pimientos...).
En términos cuantitativos, la agricultura es hoy en día la segunda industria con mayor peso de España, después del turismo. En los últimos años, la producción se ha diversificado, destacando el potencial de la agricultura ecológica y las exportaciones.
La falta de formación, el relevo generacional, la dependencia de las ayudas europeas o los desafíos medioambientales son los principales problemas a los que se enfrenta el sector en España, que deberá buscar soluciones basadas en la sostenibilidad, la eficiencia y la productividad.
Son precisamente esos pilares de sostenibilidad, eficiencia y productividad sobre los que se asientan las tendencias agrícolas que marcarán el futuro. Para hacer frente a los retos que presenta el planeta a nivel global, el sector de la agricultura de los próximos años estará influenciado por factores como el cambio climático, la tecnología o las nuevas y crecientes demandas del mercado.
Las principales tendencias que definirán el futuro de este ámbito son la digitalización, la agricultura regenerativa, la agricultura vertical, la agricultura de precisión, la economía circular o el desarrollo de nuevos cultivos.
Como en muchas otras industrias, la digitalización es un pilar fundamental para el futuro de la agricultura. El objetivo de aplicar las nuevas tecnologías al campo tiene como objetivo mejorar la eficiencia de los cultivos, optimizar los recursos disponibles y conseguir un ecosistema más sostenible.
Las principales tendencias en materia de digitalización de la agricultura son:
La sostenibilidad es la clave de la agricultura regenerativa como tendencia para el futuro. A grandes rasgos, consiste en restaurar y mejorar la salud del suelo, la biodiversidad y la calidad de los recursos naturales para favorecer la producción de alimentos saludables. Al mismo tiempo, aboga por la creación de comunidades agrícolas, siguiendo un principio de economía circular y social.
Los principios que sigue este tipo de agricultura se enfocan en minimizar el impacto sobre el suelo, mejorar la fertilidad o diversificar los cultivos. Todo ello a partir de la reducción de maquinaria pesada, utilizar abonos ecológicos, y verdes o mantener las cubiertas vegetales.
La agricultura regenerativa sigue los principios de la agricultura tradicional con procesos menos agresivos, optimizando los recursos naturales, sin químicos y apostando por la biodiversidad del suelo como elemento de riqueza para los cultivos.
La agricultura vertical constituye una de las tendencias agrícolas más innovadoras. Una nueva forma de cultivar que da respuesta a los problemas de espacio, especialmente en las grandes ciudades. En este tipo de cultivos se utilizan las técnicas más avanzadas para optimizar los recursos y aumentar la efectividad.
Algunas de las características más relevantes de la agricultura vertical son:
Todo ello con el uso de las tecnologías más punteras, muy ligadas al concepto de la digitalización. En general, este tipo de agricultura se relaciona con cultivos especializados, habitualmente de pequeño tamaño.
La agricultura de precisión se basa en la toma de decisiones a partir del análisis detallado de los cultivos, sus características y recursos para mejorar la eficiencia, aumentar la productividad y reducir el impacto ambiental del sector.
Para llevar a cabo este objetivo se vale de herramientas como sensores, drones, satélites y maquinaria automatizada. Del mismo modo, también emplea el uso de datos para aplicar conceptos de inteligencia artificial y abordar las necesidades específicas de cada cultivo.
Este tipo de agricultura permite a los profesionales adaptarse a las circunstancias y responder a las variaciones en tiempo real, contribuyendo a la sostenibilidad del sector agrícola.
El aprovechamiento de los desechos, el reciclaje de nutrientes o la reutilización de residuos son algunos de los conceptos asociados a la economía circular en agricultura. La filosofía de base se asemeja al concepto de las tres R (reducir, reutilizar y reciclar).
El objetivo es buscar un enfoque sostenible y maximizar la eficiencia de los recursos. Difiere del modelo lineal tradicional en que la economía circular promueve una conciencia sobre el futuro del planeta en cada paso de la cadena de producción.
Todas estas tendencias agrícolas que marcarán el futuro del sector están alineadas con el objetivo de hacer frente a los retos de la agricultura, que son, en general, los grandes desafíos que se presentan actualmente para todo el planeta.
Abordar los principales retos del futuro requiere de un enfoque integral en el que los profesionales y los gobiernos apuesten por la innovación y la investigación como piezas sobre las que construir las soluciones.
El incremento de la población a nivel mundial implica el aumento de la demanda de alimentos. En un planeta superpoblado, la agricultura del futuro debe aumentar la productividad sin perjudicar el medio ambiente ni agotar los recursos naturales.
Por otro lado, no todos los países gozan de la misma situación y el reparto de alimentos es desigual en las diferentes regiones. Por eso, junto a la demanda masiva de la población se presenta también el reto de la seguridad alimentaria y la desnutrición, que afecta a una buena parte de la raza humana.
Aunque los trabajos en el campo eran una de las profesiones más habituales hace unas pocas décadas, hoy en día los trabajadores del sector no tienen relevo generacional. Las zonas rurales se están quedando vacías de población y los trabajadores de menor edad no apuestan por el campo como una salida profesional.
A esto se suma la falta de formación y especialización de la cadena de producción.
Unido al incremento de la población mundial está la escasez de recursos naturales, especialmente del agua, algo que supone un problema crítico para la agricultura en muchas regiones. Al mismo tiempo, el cambio climático está reduciendo la cantidad de lluvia y eso supone una presión para las reservas hídricas del planeta y de los diferentes países.
Paralelamente, se está produciendo una pérdida de la biodiversidad provocada por los cultivos intensivos que merma los ecosistemas y es perjudicial, tanto para el propio sector agrícola, como para los animales.
Es el principal desafío de la humanidad hoy en día. El cambio climático afecta a los patrones de temperatura, precipitaciones y eventos extremos, que son tremendamente perjudiciales para los cultivos y provocan pérdidas millonarias para los agricultores.
Por otro lado, las plagas y enfermedades que afectan a las cosechas evolucionan y cada vez son más resistentes a los pesticidas. Lo mismo que la calidad de los suelos, cada vez más degradados debido a la erosión o la pérdida de nutrientes.
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