Prevención de incendios en el campo: acciones y consejos
PYMES Y NEGOCIOS I 17 de mayo de 2024
Según la organización WWF España, en nuestro país se producen una media de 11.700 incendios forestales cada año. Una cifra muy alta que, además, conlleva la pérdida de miles de hectáreas de vegetación que, posteriormente, son muy difíciles de recuperar.
Por ello, poner en práctica las recomendaciones en materia de prevención de incendios forestales realizadas por los expertos se antoja fundamental. Solo así es posible evitar desastres naturales que, en la mayoría de los casos, también tienen un impacto directo sobre la vida de las personas.
Un incendio forestal se define como el fuego que se genera y se propaga sin planificación ni control en terreno silvestre, es decir, en un bosque o cualquier otra superficie vegetal salvaje similar. Emplea como combustible las plantas y árboles del terreno, lo que puede hacer que alcance grandes extensiones y velocidades de propagación. Incluso puede superar obstáculos, como es el caso de ríos, carreteras o cortafuegos.
Todo esto hace que los incendios forestales sean especialmente peligrosos. No solo para la vegetación, sino también para la fauna y para los seres humanos que residen en la zona afectada. Hay muchos casos documentados de residentes y personas de los equipos de extinción que han perdido la vida debido a ellos. A modo de ejemplo, solo en Australia, en el año 2019, más de 1.200 millones de animales murieron por culpa directa de incendios forestales.
Lo primero que se debe hacer en cualquier caso es llamar a emergencias o, lo que es lo mismo, al 112. Actuar sobre las llamas cuando aún no han alcanzado grandes dimensiones y extensiones puede marcar la diferencia entre un auténtico desastre y un suceso casi anecdótico.
Si el fuego es pequeño o acaba de surgir, es posible tratar de apagarlo con agua o poniendo tierra sobre la base de las llamas. Pero, si cobra mayor entidad y no se puede hacer nada, hay que alejarse de él en dirección opuesta al humo.
Para inhalar la menor cantidad posible de humo, los expertos recomiendan respirar por la nariz y cubrir las vías aéreas con un trapo húmedo. No conviene buscar refugio en zonas profundas del monte o el bosque, ya que después puede ser imposible salir. También hay que evitar cruzar las llamas. Si no existe otro modo de escapar, ha de hacerse por el lugar en el que el frente sea más débil.
Por su parte, en caso de que al hacer esto se prenda la ropa, no hay que correr en ningún caso, sino rodar por el suelo o cubrirse con una manta. Finalmente, si las llamas alcanzan al sujeto, resulta imprescindible avanzar por la zona ya quemada y a espaldas del viento.
Se cree que, aproximadamente, el 95% de los incendios forestales que se producen cada año a nivel mundial son consecuencia directa de la acción humana. Algunos de ellos son provocados, mientras que la mayoría son fortuitos y fruto de la comisión de ciertas imprudencias.
Este es el motivo por el que los expertos en prevención de incendios forestales dan las siguientes recomendaciones a la población.
Especialmente, en las épocas de riesgo, como puede ser el verano. Hablamos, por ejemplo, de las barbacoas, que solo han de llevarse a cabo en zonas habilitadas y con las debidas precauciones, o de la quema de rastrojos. Esta última acción solo debe llevarse a cabo con la autorización pertinente y con los conocimientos suficientes como para evitar riesgos.
Aunque se crea que están apagadas, las colillas pueden acabar provocando un incendio si la vegetación está muy seca a causa de las altas temperaturas del verano y la falta de lluvias. Lo mismo se puede decir de las cerillas o fósforos.
Además, hay otros residuos que pueden provocar un incendio forestal. Es el caso, por ejemplo, de las botellas y demás objetos de cristal, que pueden provocar el denominado ‘efecto lupa’ cuando sobre ellos incide la luz del sol. Tampoco materiales que puedan actuar como combustibles, como son el papel y el cartón.
Tanto las autoridades públicas como los organismos privados y las personas particulares han de trabajar por desbrozar el campo, es decir, por eliminar las hojas, ramas, cortezas y despojos en general que caen sobre la superficie y que sirven como combustible de las llamas en caso de originarse un incendio.
La aplicación de estos tres consejos y, en líneas generales, del sentido común, puede marcar la diferencia a la hora de evitar que un incendio forestal se produzca y se propague hasta alcanzar una gran extensión. Sin duda, llevar a cabo las medidas de prevención oportunas es siempre lo más recomendable.
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