Edición genética de semillas: ventajas y retos
PYMES Y NEGOCIOS I 29 de abril de 2025
La edición genética de las semillas tiene como objetivo mejorar las variedades existentes a través de la alteración de su ADN. Los objetivos que se persiguen con ello van desde lograr que tengan una mayor resistencia ante plagas y enfermedades, a facilitar su crecimiento en situaciones más adversas, por nombrar solo algunas de las posibilidades que ofrece la aplicación biotecnológica al sector agro.
La biotecnología aplicada a la agricultura permite modificar genéticamente las semillas para crear variedades más fuertes ante plagas y enfermedades, así como modalidades más preparadas para desarrollarse en espacios en los que hasta entonces sería imposible impulsar su siembra, por las condiciones ambientales y climatológicas del propio terreno.
Como explica la Unión Europea, los organismos genéticamente modificados (OMG), tienen “"inserto", una hebra de ADN, a menudo derivada del genoma de otra especie, que no podría cruzarse con la especie huésped mediante la reproducción natural”. Actualmente, “en la UE, solo se cultiva actualmente un maíz modificado genéticamente, pero muchos otros cultivos modificados genéticamente están autorizados para su uso en alimentos y piensos”, sobre los que existe un elevado control y seguimiento.
Los controles, así como la expedición de las autorizaciones necesarias para comerciar este tipo de productos, parten del Laboratorio de Referencia de la Unión Europea para Alimentos y Piensos Modificados Genéticamente European (EURL GMFF) –Union Reference Laboratory for Genetically Modified Food and Feed, por sus siglas en inglés–. En concreto, en él se “lleva a cabo la evaluación científica y validación de los métodos de detección para Alimentos y Piensos Transgénicos como parte del procedimiento de autorización de la UE”.
Los beneficios de modificar genéticamente las sencillas se pueden agrupar en atención al objetivo final perseguido con esta alteración. De esta forma es posible hablar de que facilitan:
Los mayores desafíos a los que se enfrentan los procesos de modificación genética de las semillas están directamente vinculados con la convivencia de los cultivos que han sido alterados y aquellos que no. Preocupa que puedan afectar a su desarrollo o contaminar, durante la propia polinización, los que se mantienen alejados de esta tecnología. Pero también qué ocurrirá con las patentes desarrolladas, los costes asociados a su utilización, quiénes tendrán la propiedad de las mismas, etc.
Al mismo tiempo, en los últimos años la Unión Europea se ha mostrado abierta a revisar la regulación sobre los organismos genéticamente modificados, lo que ha llevado a que la sociedad retome el debate sobre aquellos aspectos que afectan a la seguridad e información para el consumidor. Es decir, los ciudadanos demandan que existan protocolos que garanticen que los productos, que han sido sometidos a esta clase de alteraciones, sean supervisados para garantizar que realmente son aptos para el consumo humano y no les expone a ningún tipo de riesgo para su salud.
Es indudable que la edición genética en el sector de la agricultura presenta grandes ventajas al facilitar la siembra en espacios especialmente desérticos, reforzar su sistema para evitar que sean dañados por las plagas o fortalecer su estructura para que sean altamente resistentes a los cambios extremos de temperaturas. También es una vía para luchar contra el hambre, ya que facilita el aumento de la producción de los cultivos o, como indicamos en líneas anteriores, su desarrollo en localizaciones en las que esto resultaría imposible.
Ahora bien, el futuro de los cultivos modificados genéticamente está directamente vinculado a la regulación que los estados realicen de esta técnica. En el caso de la Unión Europea, el debate sobre la implementación del CRISPR (Clustered Regularly Interspaced Short Palindromic Repeats) –repeticiones palindrómicas cortas agrupadas y regularmente interespaciadas– continúa. Los defensores de la aplicación de esta tecnología, que se diferencia del transgénico en que no introduce material genético externo de otra especie, afirman que los cultivos serán más resilientes a las condiciones ambientales.
En este sentido, a lo largo del 2025 la Comisión Europea podría dar luz verde a un nuevo reglamento que desliga las nuevas técnicas genómicas (NTG) de los transgénicos, por lo que se impulsaría y facilitaría el desarrollo de este tipo de cultivos. Este debate comunitario, que se abrió en el año 2023, parece que avanza aunque todavía quedan aspectos importantes por resolver, como aquellos relativos a las patentes de las semillas modificadas o cómo afectará al concepto de agroecología.
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