¿Qué son los cultivos de cobertura?
PYMES Y NEGOCIOS I 27 de marzo de 2024
Los cultivos de cobertura consisten en la siembra de plantas capaces de cubrir el suelo. Su objetivo principal es mejorar la salud del terreno, incrementar el rendimiento futuro y, en ocasiones, alimentar al ganado. Es decir, se emplean plantas que no se cultivan para el consumo humano ni para su posterior venta.
Debido a esta capacidad de proteger y regenerar los nutrientes del suelo, los cultivos de cobertura son muy apreciados dentro de la agricultura ecológica. Es más, suelen estar previstos en los planes de rotación. También resultan de gran utilidad de cara a evitar la erosión, controlar las malas hierbas y regular los niveles de humedad.
Sin embargo, no todos los cultivos de cobertura son iguales. En este artículo vamos a explicar cuáles son los más habituales y efectivos, qué beneficios aportan y cómo influye en ellos la época del año.
La elección de un tipo de cultivo de cobertura u otro depende, fundamentalmente, de las características del terreno y del uso que se le quiera dar en el futuro. En líneas generales, estos son los tres tipos de cultivo de cobertura más frecuentes.
Los cultivos de gramíneas se caracterizan por desarrollar raíces muy fuertes y por acumular nitrógeno, si bien es cierto que no tienen la capacidad de captarlo de la atmósfera. Además, crecen muy rápido y es fácil deshacerse de sus residuos. La avena es la planta que se suele usar de manera más habitual, aunque el trigo sarraceno, la cebada y el maíz son buenas alternativas.
No solo fijan el nitrógeno al suelo, sino que también evitan la compactación. La alfalfa es un tipo de cultivo leguminoso bastante popular, al igual que sucede con las habas y el caupí.
Además de mantener y absorber el nitrógeno del suelo, este tipo de cultivos son capaces de generar por sí mismos abono verde. Esto se debe, fundamentalmente, a que mueren por sí mismos cuando llega el frío del invierno: rábanos, nabos, mostazas y caléndulas son buenos ejemplos.
Aunque ya hemos citado algunos de los beneficios de los cultivos de cobertura anteriormente, vamos a centrarnos un poco más en ellos para entenderlos mejor.
Los cultivos de cobertura incrementan la polinización cuando se plantan entre hileras. Esto se debe, fundamentalmente, a que sus flores atraen insectos que se encargan de esta tarea.
Las raíces fijan el suelo y lo mantienen a salvo de la acción del viento y del agua, que son los principales responsables de la erosión. Además, las plantas pueden generar un mantillo muy útil para los futuros cultivos.
Solo cuando se emplean plantas leguminosas como cultivos de cobertura. El nitrógeno es indispensable para que realicen la fotosíntesis y crezcan saludables.
Por si fuera poco, este tipo de cultivos pueden preservar el agua en el suelo durante el verano y absorber el excedente de humedad en invierno.
La estación del año también influye a la hora de hablar de tipos de cultivos de cobertura, como vamos a ver a continuación.
Estos cultivos de cobertura se siembran cuando se recogen las cosechas de otoño de los cultivos destinados a la venta y al consumo. ¿El propósito? Proteger el suelo hasta que se produzcan las siembras de primavera. En este caso, no tratan de incrementar el rendimiento del terreno, como sí sucede con los cultivos de cobertura de verano.
Eso sí, aunque los cultivos de invierno previenen la erosión y evitan la fuga de nutrientes, también requieren de tener en cuenta ciertos aspectos. Hablamos, por ejemplo, de que son difíciles de eliminar por norma general, lo que incrementa los costes.
Los cultivos de cobertura durante el verano son especialmente útiles a la hora de evitar la erosión cuando más aprieta el calor, así como para erradicar las malas hierbas y para preparar el terreno para el cultivo en otoño. Incluso pueden servir de alimento para el ganado. Las raíces de las plantas evitan que el suelo se seque debido a la acción del sol, el calor y la falta de lluvias.
Todo esto hace indispensable estudiar cada caso concreto y, en consecuencia, elegir el cultivo de cobertura recomendado según las necesidades de uso del terreno y la época del año en la que se va a cultivar. Solo así es posible acertar de lleno con la decisión y optimizar el rendimiento del suelo de forma ecológica y sostenible.
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