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Cuando se habla de la industria ganadera, nuestra mente, automáticamente, se dirige al sector porcino, ovino o bovino. Sin embargo, existe otro importante ámbito de actividad, que es el vinculado a la helicicultura o cría de caracoles y del que, a lo largo de las siguientes líneas, desgranamos sus características, regulación y retos a los que se enfrenta en el futuro.

¿Qué es la cría de caracoles o helicicultura?

La helicicultura hace referencia a la cría en cautividad de caracoles para su posterior comercialización. En este sentido, y tal y como se expone en Guías de prácticas de higiene en el sector helicícola, publicada por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, “el desarrollo de la moderna helicicultura tiene como fin proveer al mercado de un caracol de calidad que haya sido sometido a los rigurosos controles sanitarios y zootécnicos que deben aplicarse a la producción primaria”.

El primer punto que examinar, en el caso de querer iniciarse en la cría de caracoles para su posterior venta, será conocer la legislación vigente y los requerimientos marcados en ella. En este sentido, la actividad helicícola se considera incluida dentro del sector de la ganadería y, como tal, está sujeta a las disposiciones recogidas en la Ley 8/2003, de 24 de abril, de sanidad animal. A este respecto, en su exposición de motivos se recuerda que “la sanidad animal se considera un factor clave para el desarrollo de la ganadería, y es de vital trascendencia tanto para la economía nacional como para la salud pública, así como para el mantenimiento y conservación de la diversidad de especies animales”.

Por último, en lo que afecta a la seguridad alimentaria, se le exige implementar protocolos de trazabilidad definidos por el Reglamento (CE) n° 178/2002 del Parlamento Europeo y del Consejo, de 28 de enero de 2002, por el que se establecen los principios y los requisitos generales de la legislación alimentaria, se crea la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria y se fijan procedimientos relativos a la seguridad alimentaria, así como la recomendación del Reglamento (CE) nº 852/2004 del Parlamento Europeo y del Consejo, de 29 de abril de 2004, relativo a la higiene de los productos alimenticios de elaborar guías de prácticas de higiene referentes a la manipulación y tratamiento del producto.

Claves para iniciar la cría de caracoles

Más allá de los condicionantes legales, es importante que la persona que desea comenzar su andadura en la cría del caracol conozca aspectos fundamentales sobre esta actividad. Entre ellos, algunos de ellos se consideran especialmente básicos, como que:

  • Los caracoles mantienen una alimentación vegetal, con las hortalizas como base nutricional.
  • Los niveles de humedad del terreno deben mantenerse altos, alrededor del 80 %, mientras que la temperatura media debe rondar los 20 grados.

A partir de aquí, como se indica en un estudio realizado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación sobre el sector helicícola español, existen principalmente dos tipos de cría:

  • La parcial, que “se caracteriza por el engorde de ejemplares previamente recolectados en el campo”.
  • La verdadera, “que comprende desde el nacimiento hasta el momento del consumo”. Para ello, “los caracoles se colocan en parques cerrados, reproduciendo las condiciones ambientales en las que los caracoles se desarrollan en la naturaleza, mediante sistemas controlados de riego”.

Además, la actividad desarrollada en los criaderos también se puede dividir según se realice íntegramente en el exterior o en espacio aislados:

  • La cría al aire libre es habitual en la cornisa cantábrica. La razón es que solo en esta región geográfica disfrutan de una “zona con abundante vegetación, alta humedad, clima con temperaturas extremas poco marcadas y abundantes lluvias”.
  • Los sistemas mixtos, por su parte, son los más utilizados en España. Se desarrollan “en una nave de obra perfectamente aislada, en la que se desarrollan las fases de reproducción, incubación y primera fase de cría, y en túneles invernadero en los que se llevarán a cabo la segunda fase de cría y la fase de engorde”.

Con respecto a los tipos de caracoles a los que se puede encaminar la actividad helicícola destacan:

  • Caracol Helix Otala: de color blanco y gran tamaño, su carne se caracteriza por su dulzura y jugosidad.
  • Caracol Helix Teba: también de color blanco, aunque en este caso de un tamaño algo menor.
  • Caracol Helix Aspersa: conocido como el caracol común, es de tamaño medio.
  • Caracol Helix Eobania: es de una tonalidad algo más oscura, y su sabor en boca presenta particularidades gustativas.

Guía de buenas prácticas en la cría de caracoles

Tal y como se ha explicado al comienzo del artículo, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación ha realizado unas Guías de prácticas de higiene que deben dirigir la actividad helicícola. En ella se afirma que:

  • Es obligatorio registrar adecuadamente las explotaciones y criaderos de caracoles en la comunidad autónoma pertinente. Los mismos se situarán “siempre que sea posible, en un área delimitada y aislada del exterior, que permita un control de las entradas y salidas y que disponga de sistemas que protejan de la entrada de animales ajenos a la misma”.
  • Es necesario mantener unos altos niveles de limpieza en las instalaciones, además de cuidar la densidad de caracoles presentes en la explotación para evitar que crezcan sin el espacio necesario que garantice su bienestar.
  • Las instalaciones deberán contar con sistemas de alarmas que avisen si las condiciones ambientales no son las adecuadas, además de implementar tecnologías que faciliten la adecuada utilización de los recursos hídricos y energéticos.
  • La alimentación será la adecuada a las demandas del caracol y a su proceso de criado, a través de productos que cumplan con la normativa española.

Retos y futuro de la cría de caracoles

El cambio climático supone un importante desafío para la cría del caracol, especialmente en aquellas regiones que afrontan temperaturas extremas obligando a aumentar así la inversión para mantener las condiciones óptimas de humedad y temperatura en los criaderos.

Es por ello que uno de los grandes retos que afronta la cría de caracoles, como sector ganadero, es trabajar para adecuar esta actividad a los principios de sostenibilidad, así como caminar hacia la producción ecológica. En este punto será de gran ayuda:

  • Realizar una inversión tecnológica adecuada, especialmente en lo referente a la monitorización del terreno, fundamental para controlar los niveles de humedad y temperatura, así como realizar su seguimiento a través de la instalación de sensores.
  • Implementar y hacer uso de las energías renovables en las explotaciones de helicicultura.
  • Adoptar estrategias de economía circular, que faciliten realizar un uso más consciente y responsable de los recursos

En conclusión, para garantizar que el sector helicícola siga disfrutando de una buena salud en el futuro, es primordial que dirija sus esfuerzos a desarrollar una actividad más consciente con la protección del medioambiente y la reducción que el impacto de la actividad puede tener para el mismo.

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