Los 10 errores más comunes al invertir en bolsa
AHORRO E INVERSIÓN I 8 de marzo de 2024
Al invertir en bolsa, es fácil cometer errores, especialmente cuando estás empezando. A mayor experiencia y conocimiento, más fácil te será evitarlos, pero incluso un inversor avezado no logra evitar siempre que los sesgos cognitivos influyan en unas decisiones de inversión que cree totalmente racionales.
En este artículo repasamos los 10 errores más comunes al invertir en bolsa y te explicamos cómo puedes evitarlos.
Una de las características diferenciales de los mercados financieros es que el precio de los activos, en especial, las acciones, es volátil (en ocasiones, muy volátil). Es decir, puede llegar a fluctuar de forma muy intensa. Y, además, no siempre el movimiento de los precios está en línea con los fundamentales, esto es, con la realidad de una empresa o un activo en particular que influye en su valor intrínseco. Así, es habitual observar inconsistencias entre las noticias sobre una empresa y la evolución del precio de sus acciones. Y estas inconsistencias son más habituales en el corto plazo. Es por ello por lo que se considera que los mercados no son eficientes y presentan una volatilidad muy superior a la de los fundamentales.
Por eso, no conviene dejarse llevar por la elevada oscilación de los precios, especialmente cuando caen de forma intensa. Son muchos los casos históricos en los que el mercado ha sobrerreaccionado a la baja ante eventos que, si bien han sido muy relevantes, han terminado por ser superados y, con ello, los precios de las acciones se han recuperado en su totalidad. No te dejes arrastrar por la excesiva volatilidad de los mercados financieros, en especial, en contextos bajistas y mantén la inversión hasta el horizonte temporal inicialmente previsto si crees que la situación no ha cambiado o no lo ha hecho tanto como lo cotiza el mercado.
Es obvio que esta recomendación no es aplicable cuando hablamos de un determinado título que, ante la negativa evolución de sus resultados y solvencia, experimenta una justificada caída en su cotización. Es en estos casos cuando el error es, precisamente, mantenerse en el título. Es más, un error también habitual es incrementar la posición para intentar promediar.
Así pues, mantén la calma y valora si el mercado está sobrerreaccionando o si, por el contrario, hay motivos para deshacer la posición.
Sabemos que es alta la tentación de tratar de buscar el valor que va a doblar o triplicar su precio y poner en él la mayoría de tu patrimonio. Pero también es alto el riesgo de que no acertemos e invirtamos en el valor que acabe evolucionando de forma negativa. Ante esto, la respuesta es diversificar.
La cartera no debe depender de uno o pocos valores ya que un error en la selección de los mismos será determinante en su evolución. Trata de mantener una cartera diversificada, pero no sólo por número sino también por otros criterios como por tipo de activos, productos, exposición a regiones o sectores.
A la hora de invertir tenemos que ser conscientes de que en ocasiones caemos en un ‘exceso de confianza’, que se fundamenta en la tendencia que tenemos a sobreestimar nuestras capacidades, habilidades y conocimientos. Creemos que sabemos más de lo que en realidad sabemos, al tiempo que tenemos una especial dificultad para descubrir nuestras carencias y lagunas de conocimiento. Percibimos los éxitos pasados como respuestas a nuestras habilidades, mientras que los fallos pasados como algo que ha ocurrido a pesar de ellas.
El exceso de confianza es la causa de que seamos incapaces de aprender de nuestros errores y que tengamos tendencia a repetirlos. Un claro ejemplo es preguntar a un inversor sobre una compra y venta de acciones que se haya saldado con beneficio y otra con pérdida y que explique los motivos. En el éxito habrá mucho "yo sabía, yo conocía, yo anticipaba" y en el fracaso "el mercado, la compañía, el contexto...".
Tratar de acertar el momento perfecto de compra o venta (market timing) es, una vez más, caer en un sesgo de exceso de confianza. El market timing es una potencial fuente de rentabilidad. Pero no la única ni, mucho menos, la más segura. La rentabilidad puede venir, además, por otro tipo de decisiones. Entre ellas, los siguientes:
La evidencia demuestra que acertar con el market timing de forma recurrente es muy complicado, sino imposible. Una forma de evitar errores en el market timing y no depender de acertar o no en el momento idóneo para invertir es aplicar un mecanismo de aportaciones periódicas. Esto es, es planificar e invertir de forma periódica una misma cantidad del ahorro generado y hacerlo independientemente de nuestra percepción sobre los mercados y de su evolución.
Las personas no siempre realizamos elecciones de una manera racional. En muchos casos nuestras decisiones (también las de carácter inversor) están mediatizadas por los sesgos cognitivos, atajos mentales que provocan errores en la forma en que procesamos e interpretamos la información.
Así, uno de los errores más habituales a la hora de invertir es el llamado ‘sesgo de confirmación’: interpretar la información recibida o buscar informaciones nuevas que confirmen convicciones o ideas previas. Tenemos tendencia natural a buscar más aquellas evidencias que confirmen una idea que las que la refuten. En el mundo de las inversiones es muy común caer en este sesgo ya que encontramos muchas más noticias, análisis, opiniones, etc. favorables sobre los activos que tenemos en cartera que sobre los que no.
Otros sesgos que debemos considerar cuando invertimos son los de disponibilidad y sesgo doméstico. Los humanos tomamos decisiones según la facilidad con la que disponemos de la información. Damos más importancia o credibilidad a la información que es más fácilmente accesible, no porque sea más importante para la decisión, sino porque es fácil de conseguir. Así, percibimos lo familiar como más seguro y con mayores posibilidades de ocurrencia, pero sólo por sernos más conocido. Cuanta más información disponemos de un evento, más creemos que puede ocurrir.
Lo familiar supone una mayor activación del sistema de recompensa cerebral que la que provocan las cosas desconocidas, por lo que tendemos a aceptarlas con más facilidad. Lo que nos es familiar nos activa una región del cerebro denominada núcleo caudado (forma parte del sistema de recompensa cerebral) y bloquea el sistema de aversión al riesgo.
Y en el terreno de las inversiones, el mayor grado de familiaridad de las empresas que cotizan en la bolsa del país, así como la mayor divulgación en los medios de comunicación de lectura más habitual para cada inversor, generan un ‘sesgo doméstico’ (home bias), esto es, una mayor tendencia a invertir en acciones de tu país frente a otras que conoces menos. Llevado al extremo, es más probable que incorporemos acciones de compañías cuyos nombres suenen cercanos, familiares, conocidos o sencillos que aquellas otras que sean difícil de pronunciar en nuestro idioma, sean excesivamente largos o nos traigan aparejados recuerdos negativos.
Tendemos a sobreestimar las opiniones de determinadas personas por el mero hecho de ser quienes son, sin someterlas a un enjuiciamiento previo. Incluso los mejores gestores profesionales se equivocan por lo que no todas sus opiniones o recomendaciones serán infalibles.
Para evitar que este sesgo influya en tus elecciones inversoras, trata de contrastar estas opiniones o recomendaciones con otros puntos de vista antes de tomar tus decisiones.
Cuando algo sucede tendemos a pensar que siempre supimos que el resultado obtenido era probable, cuando no directamente una conclusión inevitable. Creemos que no es necesaria mucha explicación: cuando estalla una burbuja bursátil, todo el mundo sabía que iba a pasar. Cuando un valor experimenta una muy fuerte revalorización, también, ‘todo el mundo lo sabía’.
Para contrarrestar este sesgo a la hora invertir, es importante reconocer que la retrospectiva tiende a simplificar la realidad: cuando tomes decisiones no debes sobreestimar tus habilidades de pronóstico, sobre todo cuando estas habilidades descansan únicamente en algo que te parece obvio mirando hacia atrás.
Otro sesgo que influye negativamente en los inversores es la tendencia a imitar las acciones que realizan otras personas bajo la creencia de que se está adoptando el comportamiento correcto. Se da en las situaciones en las que el sujeto no tiene una idea definida de cómo comportarse y se deja guiar por las conductas de otros asumiendo que tienen más conocimiento, cosa que no siempre es así. No decidas comprar o vender simplemente porque otros a tu alrededor lo estén haciendo.
Nuestro deseo de ser (y aparentar ser) consistentes con lo que alguna vez hemos hecho u opinado puede llegar a influir en nuestra toma de decisiones. Así, por ejemplo, en ocasiones nos resistimos a vender, sólo por el hecho de haber defendido la compra tiempo atrás. Y esta renuncia es independiente de si las acciones están generando plusvalías o pérdidas: está motivada por el deseo de ser consistente. También sucede cuando reiteradamente hemos dicho que no pensábamos invertir en un determinado valor: no lo haremos por más que éste suba y se ponga de manifiesto nuestro error.
Ahora que ya conoces cuáles son algunos de los errores más habituales a la hora de invertir, seguramente reconocerás cómo han intervenido unos u otros en algunas de tus decisiones inversoras pasadas. Tenlo en cuenta para no volver a caer en ellos en tus inversiones futuras.
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